Rodeada
de picos de montaña, en un tronco a la deriva en medio de un ibón. Perdida,
sola, abstracta.
La
naturaleza al rededor, mi única compañía el viento.
Poco
a poco meto el pie en el agua, dedo a dedo, sintiendo como me empapa.
Tranquila,
en paz, dormida.
Me
meto hasta la rodilla, el agua fría me congela los músculos, siento cosquillas,
miro al cielo y veo las nubes, blancas, perfectas, admiro la naturaleza.
Fría,
quieta, imperceptible.
Recorro
el ibón a nado pero nunca pierdo de vista mi tronco, mi pilar, mi casa. Me
lleva la corriente intento salir del círculo vicioso en el que me he metido, me cuesta
pero lo consigo.
Poderosa,
fuerte, independiente.
Veo
la cascada, el agua cayendo por la pared de piedra, el sonido de cada gota
chocando con las rocas. Me acerco poco a poco, me pongo debajo y el agua me
golpea en los hombros y la cabeza.
Dolorida,
agotada, sin fuerzas.
Decido
seguir avanzando, subo por las rocas y me quedo detrás de la cascada. Una
cortina de agua me desenfoca el mundo, lo veo todo mojado, todo en diferido.
Cristalina,
transparente, soñadora.
Sigo
andando detrás de la cascada, entró a una cueva oscura, no veo nada pero sigo
firme hacia delante, convencida de mi decisión, de vez en cuando giro la cabeza
buscando la luz al final del túnel. Ya no veo la salida, mis ojos se han
adaptado a la oscuridad.
Fugaz,
desorientada, incansable.
Me
quedo quieta y escucho los sonidos de mi alrededor, buscó algo que me diga
dónde estoy, qué he hecho, cómo he llegado aquí. Oigo las gotas cayendo, las
rocas, los animales, el viento. Oigo mi respiración, mi corazón.
Concentrada,
insólita, admirada.
Escucho
mi instinto, sigo adelante sin pensar en el miedo, no sé cuánto tiempo llevó
andando.
Decidida,
intuitiva, valiente.
Veo
un rayo de sol que ilumina un pequeño nido vacío. Mi casa. Unos pasos hacia
delante, una huellas en el suelo. Mi camino. Una flor marchita. Mis errores. Un
cruce de caminos. Mis decisiones. Y al final la luz, la salida.
Asombrada,
desubicada, pensativa.
Salgo
de la cascada, bajo por las rocas, cruzo la cortina de agua, vuelvo al ibón
pero ya no está mi tronco, ha desaparecido, tengo que buscar un nuevo apoyo,
una nueva casa, un nuevo pilar. Debo construir poco a poco mi nueva vida.
Con la colaboración de Julius Owsla
Fotografía de Sara Sanchez
Fotografía de Sara Sanchez