Hay
tantos tipos de miradas como de personas o incluso yo diría que más, porque
cada persona mira de una manera diferente, pero es que una misma persona es
capaz de mirar de mil formas distintas.
Cada
persona es capaz de con una mirada expresar tantos sentimientos, con una mirada
puedes matar a alguien o darle la vida, con una mirada eres capaz de hacer
sentir a esa persona como la peor del mundo o demostrarle que la adoras más que
a nadie, con una mirada trasmites desaprobación, confianza, tristeza,
admiración, miedo, cariño, desesperación, amor...
Dicen que
los ojos son las puertas del alma y la verdad que no puedo estar más de
acuerdo.
Hay veces
que con una mirada basta para decir todo lo que tenías que decir, y es que casi
siempre nos cuesta expresarnos con palabras, nuestros sentimientos son tan
potentes, tan fuertes, que somos incapaces de procesarlos y expresarlos de otra
forma que no sea una mirada, porque para mirar no se necesita pensar, si no
intentas evitar o forzar tu mirada ella sola es capaz de mostrar al mundo todo
lo que estas sintiendo, todo lo que no te atreves a decir, todo lo que ni si
quiera tú te habías dado cuenta de que sentías.
¿Alguna
vez te has parado frente al espejo y te has auto mirado? y no sólo eso, ¿alguna
vez has sido capaz de pararte a observar tú mirada? Lo cierto es que muchas
veces no sabemos qué nos pasa, no somos capaces de entender de forma lógica
nuestros sentimientos, pero igual que mirar a otras personas y observar su
mirada nos ayuda a conocerlas, auto mirarnos nos puede ayudar a entendernos, a
comprender todo eso que pasa por nuestra mente pero no somos capaces de
asimilar.
Si no lo
has hecho nunca, por favor deja inmediatamente de leer esto y atrévete a mirarte
fijamente, por lo menos dos minutos, a los ojos. No tengas miedo a lo que
puedas encontrar, olvídate de todos tus complejos y date por tan solo dos
minutos la oportunidad de encontrarte con tu yo más profundo, deja a un lado
todas tus inseguridades y sólo mírate a los ojos. Al principio, como todo,
cuesta pero te aseguro que al final le acabarás cogiendo el gusto.
Ahora,
que ya te has atrevido a mirarte, estás preparado para dejarte mirar y para
mirar a los demás, ahora ya entiendes tu mirada y serás capaz de descifrar
hasta la mirada de los mejores actores.
Te
planteo otro reto, a priori puede parecer más fácil, pero también es necesario
superar una serie de barreras importantes, busca a un amigo, un conocido o
simplemente propónselo a la primera persona con la que te cruces o a la primera
que se te haya pasado por la mente al leer esto, siéntate frente a ella, no la
toques, aléjate del contacto físico y céntrate en acariciarle el alma;
contempla su mirada y deja que se concentre en la tuya, no huyas, no apartes la
vista, deja que los sentimientos fluyan, que tu mente divague por la mente de
la persona que tienes enfrente, no impidas las risas, no cohíbas ningún impulso
excepto el del contacto físico y mantén el silencio. Sólo te pido cinco minutos
de tu tiempo para intentar conocer mejor a esa persona que tienes enfrente,
pero recuerda que es esa misma persona la que está estrujando tu alma y
buscando hasta en el rincón más recóndito de ella, no tengas miedo y después de
miraros deja que todos los impulsos sean libres y haz lo primero que se te
ocurra, si necesitas chillar, chillar; si quieres reír solo ríe, llora si es lo
que te apetece, dale un abrazo o un beso, hazle cosquillas si te ha trasmitido
que lo necesita, sólo déjalo fluir.
Aprender
a mirar es tan importante como aprender a hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario